TU CAMBIO

 

Hoy impera una especie de ceguera colectiva.  Primero Zapatero preparo las cargas y su sucesor, en el trono del bipartidismo, Rajoy, ha detonado las fuerzas subversivas. Dichas fuerzas se han desarrollando en todas direcciones, es decir, no tienen por qué ser progresistas per se. Es nuestro deber, como ciudadanos íntegros e inteligentes, engrosar las filas subversivas que persiguen el bien común.

El cambio ha echado a andar. Las enormes presiones económicas desatadas por la globalización han engendrado una resistencia de proporciones internacionales. Es necesaria una nueva manera de ver el mundo, una visión colectiva que trascienda a las ideas tradicionales. Una democracia verdadera, propia del siglo XXI es impensable sin un mínimo de democracia económica. La relación empresario-trabajador debe replantearse, para controlar el dumping social porque es la primera causa del desempleo.

Los medios nos machacan continuamente  con noticias de  los “mercados financieros” como si su poder fuera parte del destino, nunca parece haber otra opción que no sea la de capitular frente a su punto de vista. Cualquier tipo de resistencia es inútil. Unos mercados financieros globalizados, que incrementan su capital sin necesidad de invertir en la industria, han creado un nuevo y gran poder que infringe y desborda a la autoridad y la soberanía de los gobiernos de cada país. El estado, debe responder a obligaciones económicas, sí, pero sobre todo debe alcanzar  las metas que vinculan la economía con otros objetivos: la felicidad, la igualdad, la libertad, el derecho de los ciudadanos al trabajo. El bien común. Defender los intereses de los “mercados financieros”  es un peligro para el interés público.

Pensemos tan sólo en la violencia. Eso sí que nos sale caro. Como la energía, la violencia nunca desaparece, sino que se transforma y cambia de aspecto. El desempleo, la pobreza, la falta de vivienda son formas de violencia. La violencia económica aparece en otro lugar y con otros rostros. Vivimos una revolución conservadora que quiere restaurar el capitalismo original y salvaje con un nuevo atuendo. La lógica que se desprende de esta revolución es que a los pobres les toca lo que merecen: sucumbir.

Toda la sangre vertida y los grandes  sacrificios de nuestros ascendientes están siendo destruidos en nombre de una de las leyes más estúpidas: la maximización de los beneficios.   ¿vas a permitirlo?

A.M.